Martina en el País de las Hadas, episodio número 23
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XXIII)

Martina en el País de las Hadas (XXIII)
Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

El pueblo entero abarrotó la iglesia el día de la primera comunión de los niños que ese año cumplían nueve años. Y entre ellos estaba Nieves, una niña renovada que había confeccionado, cosido y bordado con sus propias manos el vestido que lucía para tan importante día.

La ceremonia comenzó y la muchacha repitió de manera automática todos los pasos que había memorizado. Levantarse, sentarse, arrodillarse… sabía de memoria cada fase de la misa, así que tenía tiempo para otear la iglesia en busca de su hada-mamá.

El día anterior había contemplado la fotografía de su difunta madre, así que tenía en la mente muy frescos sus rasgos. Nieves miraba hacia el altar, hacia unos bancos, hacia los otros bancos… pero nada, no la encontraba. Puede que Martina se hubiera olvidado de ella después de tantos años en forma de hada. Era algo que pensaba a veces. Hacía mucho tiempo que no acudía su habitación a visitarla en el último instante de vigilia antes de caer en el sueño profundo.

Y eso que su vestido de comunión llevaba bordadas por ella misma todas las flores favoritas de su madre. La niña pensaba que tal vez así su madre se sentiría feliz y no podría evitar acudir a verla. Era su forma de honrarla mientras mantenía apartado el proyecto de la manta que tejía en honor a su progenitora.

Nieves se sentía un poco decepcionada. Mientras dejaba caer un poco su cabeza debido al desánimo, llegó el momento de comulgar. El cura estaba delante de ella y la luz que había detrás del sacerdote la cegaba un poco. La pequeña guiñó los ojos para protegerse de la iluminación. Entonces la vio. Escondida entre la espalda del religioso y la luz, de manera que solamente Nieves pudiera verla. La bella y diminuta hada le dedicó una sonrisa que llenó de paz el corazón de la niña.

No podía ser más feliz.

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¡Felices labores!

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