Martina en el Pais de las Hadas episodio numero XLVII
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XLVIII)

Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

Las romerías que el pueblo de Nieves organizaba en honor a diferentes santos y santas eran los días favoritos de sus habitantes. A los viejos les alegraba el corazón y a los muchachos y muchachas les brindaba la oportunidad de cortejarse en un contexto en el que sentían que eran libres de hacerlo sin la mirada crítica de los padres.

La maestra del pueblo era demasiado mayor para necesitar el consentimiento de nadie para bailar o recibir el flirteo de algún hombre. Pero lo cierto es que no hacía ni lo uno ni lo otro. Únicamente bailó con hombres de su círculo de confianza, pero por supuesto, rechazó a Sebastián. El pastor no insistió y dejó a Nieves con sus allegados. La romería terminó y todos se fueron a sus casas a cenar y dormir.

Ya en su habitación, la maestra se revolvía entre las sábanas intentado encontrar la postura adecuada para conciliar el sueño. Las imágenes de la fiesta inundaban su mente y la inquietaban como nunca antes habían hecho. Las danzas, la música, su familia, Sebastián… el pastor bailó con alguna otra muchacha y eso no agradó demasiado a Nieves. Un sentimiento contra el que luchaba porque el lado serio de su personalidad no entendía cómo podía sentirse atraída por un hombre que era tan distinto a los que había conocido a lo largo de su vida.

Por fin consiguió relajarse y los párpados comenzaron a pesarle. Notaba cómo le iba asaltando el sueño, y justo en el instante previo a caer dormida, pudo ver a dos cositas bonitas que volaban en su dirección. No se lo podía creer.

—Cariño, dale una oportunidad a tu corazón.

El hada en la que, de niña, creía que se había transformado su fallecida madre, volvía para recordarle que tenía derecho a ser plenamente feliz. La otra figura sin duda era la de su abuela, que sonreía con el calor que solamente ella era capaz de transmitir.

Finalmente, Nieves se durmió. Esa noche tuvo la suerte de que sus hadas quisieran entrar en sus sueños, así que pudo mantener con su madre y con su abuela la conversación que siempre quiso tener.

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