Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/
Nieves se despertó de la siesta con una sonrisa en los labios. Había soñado con su madre y con su abuela. Apenas recordaba la larga conversación que había tenido con ellas, únicamente conservaba la sensación de paz que su presencia siempre le había procurado.
La maestra del pueblo se daba cuenta de que esa sería la última visita de sus queridas hadas. Nieves ya era toda una mujer, sin miedos y tristezas infantiles, sin la inseguridad de la adolescente. Ya no temía el amor de un buen hombre con el que probablemente contraería matrimonio como era costumbre. Aunque a ella no le importara el ritual. Permitirse el lujo de amar había sido por sí mismo el paso que necesitaba para entrar en la edad adulta.