Tejidos San Miguel cumple sesenta años en el centro de Zaragoza
Entrevistas

La zaragozana Tejidos San Miguel cumple sesenta años

Cuando una tienda llega a los sesenta años, nadie niega su solera. Y a la zaragozana Tejidos San Miguel de eso le sobra. Por los cuatro locales que la han visto crecer ha pasado un desfile de modistas, aprendices, expertos y curiosos que han ido impregnando a sus paredes y sus telas de un aroma a familia y trabajo bien hecho. Un legado, de profundas raíces zaragozanas, cuyo testigo recogió de sus padres la actual propietaria, Pilar del Val Almorín, hace ya veinte años.

Tejidos San Miguel comenzó su andadura en la calle Miguel Servet en el año 1956, por iniciativa de David del Val Gasca y Pilar Almorín Pomed, padres de la actual propietaria. Desde su origen, el negocio ha estado fuertemente ligado a la ciudad de la que emergió. «Mi madre provenía de una familia de agricultores de aquí, de Zaragoza. Ella nació en el centro, en la calle del Pozo, una bocacalle de El Coso», comenta la propietaria. Y muy cerca de esa ubicación han estado todos los locales que el establecimiento ha ocupado. De Miguel Servet pasó a la calle Allúe Salvador (anteriormente llamada Santiago Dulong), después a la popular calle San Miguel, para terminar en la actual Hermanos Ibarra. Todas ellas en el casco histórico, a no más de dos kilómetros las unas de las otras.

La familia de la parte femenina de los dos fundadores era grande. Un total de nueve hermanos de los cuáles tres eran mujeres. «Los hijos se dedicaban al campo, mi madre aprendió a coser, otra tía aprendió a bordar a máquina y la otra a bordar a mano», comenta Pilar del Val. «A mi madre la llevaron a aprender a coser con una modista muy buena. En aquellos tiempos era así, aprendían con una modista, no cobraban, por supuesto, y aprendían viendo cómo se cosía, llevaban los encargos…», explica.

Durante los primeros años desde la fundación de Tejidos San Miguel, «la confección a medida era muy importante», explica la propietaria. «Eran tiempos de muchísima venta», aclara, puesto que debido a la escasez de tiendas de ropa ya confeccionada, gran parte de la población, o bien se confeccionaba su ropa, cuyas telas adquiría en establecimientos textiles, o bien la encargaba a modistas y costureras. En este sentido, a pesar de que Pilar Almorín, madre de la propietaria, «cosía muy bien«, hasta el punto de no necesitar patrones, ya que «sabía cortar directamente en la tela», durante los primeros años la tienda no ofrecía la opción de la confección a medida. «Yo siempre le decía que si se hubiera dedicado a coser lo hubiera hecho fenomenal», recuerda su hija. «Ella quedó viuda muy joven, con 44 años, y se encargo del negocio. Pero su hobbie era coser, cuando se jubiló su hobbie continuó siendo la costura. Ella gozaba cosiendo. Murió hace año y medio, a los 91 años, pero hasta el último momento disfrutó cosiendo», comenta Pilar del Val.

En la actualidad, Tejidos San Miguel si que ofrece la confección a medida como uno de sus servicios. En este establecimiento se han encargado desde ropa de fiesta, hasta vestidos de novia, pasando por los trajes regionales. «Hemos hecho hasta un traje de ansotana, que son palabras mayores. Lo hizo la modista artesanalmente, todo, y eso es tremendo, es un trabajo ingente», explica la dueña. Este traje típico de la localidad oscense de Ansó es uno de los trajes regionales más antiguos de Europa. En el Día de la Exaltación del Traje, declarada en 2011 Fiesta de Interés Turístico Nacional, los vecinos de la localidad de Ansó lo celebran engalanándose con esta ancestral vestimenta.

«Hace ya mas de veinte años que empezamos a hacer confección en la tienda. Hay que ir cambiando y adaptándose a los tiempos», explica una propietaria que ha vivido grandes cambios de tendencia en lo que a la confección casera o a medida se refiere. «La clientela evoluciona con el tiempo, aunque tengo clientas de hace muchísimos años. Ahora por ejemplo viene mucha gente joven que ve una prenda en internet o en una película, y busca la manera de hacerla. Antes la clienta venía diciendo qué quería, por ejemplo, un vestido, y tu le aconsejabas, le sacabas modelos y ella elegía. Ahora es al revés, mucha gente trae un modelo, trae una foto en el móvil con la prenda que quiere hacer y nosotros le aconsejamos cómo fabricarla», añade.

Y es que no hay nada como una prenda hecha a medida del cuerpo de cada uno. Aunque la suma de finas telas y buena confección tiende a encarecer el producto. Por eso, cuando sus clientas optan por la calidad, para ahorrar costes prefieren comprar la tela y encargar el pedido a las modistas de Tejidos San Miguel, antes que adquirir en una tienda una prenda ya confeccionada. Según afirma Pilar del Val, la calidad en prendas atemporales es algo que «la gente si valora», tales como un pantalón negro o un vestido con un corte que soporte el paso del tiempo, casos en los que sus clientas optan por confeccionar una buena prenda a medida que aguante varios años. «Pero por ejemplo, si un día te hace ilusión un pantalón de color naranja, que te vas a cansar de él, no te gastes una barbaridad«, bromea la dueña, quien sostiene que «las cosas básicas la gente si las quiere buenas».

Además de la confección a medida, Tejidos San Miguel ha ido desarrollando otras muchas facetas con el paso del tiempo. Como la de colaborar con estudiantes de moda y patronaje en la elaboración de sus muestrarios de tejidos. «Vienen alumnos con una lista tremenda, tienen que llevarse un trozo de tela de muchísimas clases de tejidos, de 50 o 60 clases. Alguna vez me han dejado la lista y se lo he preparado porque es mucho tiempo; tienes que buscar la tela, cortarla, apuntarles de qué está compuesto, el nombre…», comenta. Y es que Zaragoza es un hervidero de aprendices de costureros. Muchas son las instituciones y agrupaciones que enseñan a coser de modo profesional. Entre ellas está la Universidad San Jorge, que ofrece un máster en diseño de Moda, y las academias, tales como la Escuela Aragonesa de de Moda y Diseño Censi, la Academia Fabiola o El Alfiler del Gancho, entre otras. Y a este fenómeno no es ajena Tejidos San Miguel. «Hay otros alumnos que tienen que presentar una colección a final de curso. Eligen un color, un tejido, diseñan y lo confeccionan. Alguna vez lo confeccionan ellos y otras lo hacemos aquí. Recuerdo una chica que vino con unos patrones muy peculiares y se lo confeccionamos aquí. Luego ella cosió los abalorios ella misma», rememora Pilar.

Además de las nuevas clientas que llegan móvil en mano, de las de toda la vida, que buscan los cortes de siempre, y los estudiantes, que apurados solicitan cientos de pedacitos de telas para sus muestrarios, el establecimiento también cuenta con ilustres encargos. De esta manera, las telas que ocupan las estanterías del local situado en Hermanos Ibarra cubren ahora, por ejemplo, los bancos de la nave central de la Basílica de El Pilar, cuyo terciopelo procede de Tejidos San Miguel. Además, recientemente «se han llevado las telas para hacer los delantales de los camareros del Restaurante Montal», una tienda gourmet y restaurante de referencia en Zaragoza, fundada en 1919, y ubicada en un palacio renacentista de los siglos XVI y XVII.

Todos ellos, los clientes digitales, los analógicos, los aprendices, los ilustres y los que pasan por allí, todos han ido conformando el carácter de un negocio histórico y con solera que ha visto como la ciudad de Zaragoza ha ido transformándose durante los últimos sesenta años. A ese largo viaje se suma Costurer@s, con su pequeño homenaje a Tejidos San Miguel por su aniversario y con el deseo de que su andadura no pare y podamos celebrar otros sesenta años más de pasión por la costura y el tejido.

 

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