«Cuando entré en ‘Maestros de la Costura’ sabía que me gustaba coser, ahora sé que amo coser»
Foto: RTVE.
Que Begoña es otra, no hay duda. Flamante subcampeona de Maestros de la Costura 3, esta concursante zamorana se ha deshecho de ese «abrigo» con el que, en la final del programa, quiso representar los condicionantes sociales que la llevaron por caminos que ella no había elegido. Begoña cose desde los siete años, rodeada desde siempre de hilos, telas y el sonido de fondo esas máquinas de coser con las que su madre enseñaba a propios y extraños este oficio tan unido al corazón. La concursante, a la que le temblaron siempre las manos ante los retos, nos ha regalado grandes momentos, no solo de superación personal, sino también divertidos, como aquellas pruebas de equipo en las que le recomendaba al jurado Lorenzo Caprile que se tomara una tila para reducir la tensión. Una mujer ahora segura de sí misma que ha descubierto que la costura, más que una querencia, es para ella una pasión.
LA VOZ DE LAS COSTURERAS: Ante todo, enhorabuena por tu segunda posición en la tercera edición Maestros de la Costura. El camino ha sido largo, pero te ha premiado con una segunda posición. Y un nada desdeñable crecimiento personal. De hecho, programa a programa se veía cómo ibas ganando en seguridad personal. ¿Qué queda de la Begoña del primer programa en esta flamante subcampeona?
BEGOÑA: Poca cosa, yo creo que solo el físico. Todo lo demás ha cambiado: la ilusión, la seguridad, etc. Si antes tenía ganas de coser, ahora tengo el doble. Cuando entré en ‘Maestros de la Costura’ sabía que me gustaba coser, ahora sé que amo coser.
L.V.C.: Eres la costurera con más experiencia de toda esta edición. Tu madre te enseñó y te dio el título, y de ella parece que también heredaste ese nivel de autoexigencia que te llevaba a pulir cada remate. A pesar de tu demostrada capacidad, parecía que no terminabas de creértelo. ¿Por qué una profesional tan eficiente tenía tan poca fe en su capacidad para llevar las pruebas a buen puerto?
B.: A veces, en la vida, nos toca vivir situaciones muy complicadas, nos van apagando las ilusiones y te crea una baja autoestima. Eso, unido a los miedos que también te creas, hace que las personas dudemos de nosotros mismos y hasta de nuestro propio trabajo. Tienes miedo al resultado, a cómo lo valoraran, a si gustará… Eso era lo que me pasaba en el programa.
L.V.C.: Muchas han sido las prendas que han quedado en muy buena posición, como tu interpretación de la chaqueta de Chanel. ¿Cuál es el trabajo del que te sientes más orgullosa de todos los que realizaste en el programa?
B.: Para mí, personalmente, la chaqueta Chanel me produjo mucha emoción, porque por fin pude terminar una chaqueta en el programa. Pero el trabajo del que me siento más orgullosa es el vestido hecho con una colcha en el primero programa, porque fue la primera prenda a la que valoraron mi buena costura, fue la prenda que me hizo empezar a creer.
L.V.C.: En tu trabajo final quisiste impregnar tu diseño de todo tu bagaje personal. Dos piezas que hablaban de condicionantes sociales, de expectativas y realidades. ¿Has conseguido librarte de ese “abrigo” que ha marcado tus pasos en la vida?
B.: Sí, sí. Yo ya no tengo el peso del abrigo. A veces, cuando parece que el peso vuelve, enseguida desaparece. Una vez que aprendes a liberarte de cosas que no son tuyas, la vida es mucho más ligera. Ya no permites, a no ser que tú quieras, que el abrigo te vuelva a cubrir.
L.V.C.: En la final te encontraste con Joshua, otro de los aprendices más potentes de esta edición. Fue notable la camaradería con la que medisteis vuestras fuerzas, un “fair play” que llegó a su máxima expresión cuanto Joshua te ayudó con la máquina bordadora. ¿Qué sentiste en ese momento, cuando tu rival te ayudó, considerando que si no hubieras podido firmar la prenda él hubiera sido de manera automática el ganador del programa?
B.: Sabía que iba a hacerlo. Siempre ha sido un gran compañero. Aunque en algún momento se ha visto como un rival, la verdad es que cuando llevábamos pocos programas ya éramos amigos. En la casa siempre nos ayudábamos, nos enseñábamos pequeños trucos que cada uno tenía. Él me enseñaba su manera de trabajar la licra, yo a hacer camisas y pantalones. Sin ninguna duda, creo que fue un gran detalle por su parte y le honra. La final fue tan emocionante porque no era un DUELO, sino que era una clase entre amigos.
L.V.C.: ¿Te sientes más costurera o más diseñadora?
B.: Creo que todos lo que han visto el programa saben que no hay duda, soy costurera. Esa es mi devoción, ser la mano derecha de un diseñador, hacer las prendas que están en la mente de las personas que tienen una mayor creatividad. Yo soy capaz de plasmar en la tela lo que otros tienen en mente. Y me siento orgullosa de ellos, creo que la costura o la moda no sería visible sin una modista o un sastre.
L.V.C.: Muchas de las personas que cosen lo hacen porque tienen una relación emocional con la costura debido a la contemplación de una madre o una abuela fabricando prendas para toda la familia. ¿Qué significa para ti la costura?
B.: Es mi hogar. En mi casa se cosía todos los días. Mi madre, cuando yo era muy pequeña, enseñaba a coser y yo no jugaba con juguetes, sino que jugaba con la costura. Me encantaba. Todos mis hermanos tienen una gran relación con las manualidades, bordar, tejer, etc., aunque para ellos solo es afición.
L.V.C.: ¿Tienes alguna anécdota divertida relativa a tu aprendizaje en costura?
B.: Sí. Cuando era pequeña cosía mucho y en mi casa había poco dinero, por lo que mi madre no podía comprar más telas. Un día, a mí se me ocurrió hacerle un vestido de princesa a mi hermana. (Adivinad con que lo hice) Utilicé unas sabanas nuevas floreadas que tenía mi madre y cuando se enteró… no había casa suficiente para correr, pero cuando vio el resultado me aplaudió. Hasta hice la sombrilla con un paraguas. Evidentemente un paraguas nuevo que destrocé jajajaja.
L.V.C.: ¿Cuáles son tus mayores fuentes de inspiración en tu proceso creativo?
B.: LORENZO CAPRILE. Para mí, su costura es perfecta y sus tejidos son finos y elegantes. Es mi mayor inspiración.
L.V.C.: ¿Cómo te gustaría definir tu estilo? ¿Y a ti misma?
B.: Clásico, indiscutiblemente, pero con el toque de modernidad justo para que la prenda no parezca antigua, pasada de moda.
Yo creo que mi estilo de vestir no corresponde con mi mente. Me considero una persona que respeta como es cada uno y animo a que la gente pase de lo que los demás digan de ellos. No me considero mentalmente una antigua, pero me gusta vestir muy discreta. Cada uno es de una manera y ninguna manera es la correcta.
L.V.C.: ¿Con qué te quedas de tu paso por el concurso? ¿Qué aprendizajes técnicos y personales te llevas?
B.: Me quedo con la amistad de todos mis compañeros, el cariño que las personas me están brindando, con todas las personas que trabajaban en el programa y con los jueces.
He aprendido que en la costura no todo vale, que las prendas bien hechas se valoran y que el tejido te habla. He aprendido a hacer sombreros, zapatos, bañadores, ropa interior, etc. He aprendido a valorarme a mí misma y a verme muy bella.
L.V.C.: ¿Cómo supiste de Maestros de la Costura? ¿Cómo te animaste a participar en el programa? ¿Qué recuerdas del proceso de selección?
B.: Comiendo con mi jefa. Estaban repitiendo trozos del programa y ella me animó a apuntarme. Al llegar a casa le dije a mi hijo (el mayor) que me apuntara. Más de seis meses después recibí un correo diciendo que estaba seleccionada. Desde entonces, todo fue un proceso rápido. Enseguida empezaron las pruebas digitales, después las pruebas presenciales… hasta llegar a la prueba final.
L.V.C.: ¿Cómo te gustaría ser recordada tras tu paso por el programa?
B.: Me gustaría que la gente recordase mi costura, mi buen hacer, mi limpieza en las prendas… Pero también por poner humor en algunos momentos, rebajar la tensión o decirle a Lorenzo Caprile que se tomase una tila jajaja.