«Los relatos de la serie «Historias de Mesa Camilla» giran en torno a María, Catalina e Irene, tres socarronas amigas que se reúnen cada día para tejer y coser. Si te gustaría compartir tus historias de mesa camilla, cuéntamelas en correo@lavozdelascostureras.com y las tres amigas las narrarán en tu nombre»
El patchwork y las novedades viejísimas
María, Catalina e Irene se habían vestido de «madrinas» para ir a una moderna feria de labores que había en la ciudad. El apelativo de «madrinas» se lo había puesto el nieto de Irene, el mismo muchacho que las había convencido para acudir. Era un socarrón muchacho que adoraba a su abuela, amor correspondido por las tres amigas de campo.
A ninguna de las octogenarias comadres les gustaba mucho alejarse de la mesa camilla donde pasaban las tardes tejiendo, cosiendo y charlando de la vida. Pero se habían propuesto convencer a alguno de sus nietos de que aprender las labores que ellas habían practicado toda la vida era algo divertido. Así que para conseguir su objetivo, había aceptado la invitación del muchacho.
— Madre del amor hermoso, sí que hay gente aquí. — afirmó Catalina abrumada por el gentío que había acudido ese sábado a la feria de labores. Acostumbrada a su pausada vida campestre, el ir y venir de personas le resultaba muy molesto
— De qué tendrán prisa, señor— añadió María, que en el fondo se divertía observando a su enfurruñada amiga.
En la feria había de todo: puestos de bolillos, punto de cruz, ganchillo… incluso de una cosa que no eran capaces de pronunciar pero que era igual que las colchas que habían confeccionado toda la vida.
—Es patchwork, abuela, es una técnica nueva que está de moda—
Las tres comadres sonrieron internamente. Nueva, decía el chico, si esas colchas ya las hacían las abuelas de la abuela del muchacho. En un momento que Carlos, el nieto de Irene, estaba distraído con una demostración de bolillos, Irene se acercó a María y Catalina.
—Cómo son los jóvenes, le cambian el nombre a las cosas y se piensan que lo han inventado ellos—
Las tres comadres asintieron divertidas y continuaron con la visita. La juventud es así, pensaron, también ellas tuvieron una edad en la que creían que lo sabían todo.
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