Martina en el Pais de las Hadas episodio numero XXXIX
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XXXI)

Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

El cuarto de costura de Nieves se congeló cuando la chica escuchó de boca de su hermano que había visto a la madre de ambos en forma de hada el día de su primera comunión. Atónita, dejó caer de sus manos la blanca labor en la que se hallaba inmersa y miró con ternura a José Luis.

De pronto volvía a tener cinco años y una ilusión a prueba de bombas. Hasta la fecha, la única persona que había creído firmemente en la historia de la mamá fallecida que se aparecía en forma de hada, era Nieves. La abuela de ambos la apoyó sin rechistar cuando le confesó su visión. Pero con el tiempo y la madurez la muchacha se dio cuenta de que fue el amor lo que llevó a Purificación a proponerle la confección de una manta en honor a esa hada tan bonita. Nieves se había dado cuenta de que su abuela no creía en la historia, pero la animó por cariño.

Entonces fue cuando el corazón de la herida muchacha se liberó y sanó. Los hermanos compartieron esos momentos de encuentro infantil con su hada, hablaron de lo mucho que echaban de menos a la abuela, lloraron y se consolaron.

El color volvió a las labores y la vida de Nieves en forma del último cuadradito de la manta que llevaba años tejiendo en honor a mamá. Esa última pieza debería hablar de la abuela Purificación y la importancia que esa bondadosa mujer había tenido en la vida del pueblo y de la familia.

Era el momento de pensar con detenimiento cuáles serían los colores y los diseños que representaban a la abuela Purificación y concluir la manta de homenaje con un bello broche final.

Era lo menos que podía hacer por la memoria de su abuela.

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