Martina en el País de las Hadas, episodio decimoquinto número 20
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XX)

Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

La tía Conchi había colocado a fuego lento un puchero con leche de vaca. Solía cocerla poco a poco, para extraer una gruesa capa de nata. Después la mezclaba con miel y la untaba en un buen pedazo de pan. Esa era la merienda habitual de Purificación, y Nieves solía esperar a que a su abuela le sobrara un poco para tomar algo de esa merienda tan buena. La abuela la veía por el rabillo del ojo y sonreía internamente, mientras cedía los últimos bocados de la merienda a su pequeña Nieta.

Una niña que no podía estar más nerviosa. Faltaban solamente unas horas para su primera comunión. La pequeña había cumplido nueve años, por lo que casi había duplicado la edad con la que había perdido a su mamá. Apenas recordaba su rostro, pero después de cuatro años aún no había reunido el valor para contemplar su fotografía.

En los tiempos que corrían era difícil que las familias tuvieran recuerdos tangibles de su pasado. Cuando la mamá de Nieves y su papá se casaron se tomaron una fotografía, y cuando nacieron sus hijos mandaron llamar a un fotógrafo de la ciudad para que inmortalizara los primeros días de sus vidas. También había una instantánea de la familia de Purificación cuando todos sus hijos eran niños, puesto que la casualidad hizo que un señor con una caja enorme con patas de madera pasara por el pueblo y les vendiera una foto de familia.

Pero todas las fotografías estaban guardadas en una caja en el desván. Nadie había querido subir para volver a verlas, y menos desde la muerte de Martina, la madre de Nieves. Pero la pequeña no podía evitar darle vueltas y más vueltas a la idea de contemplar de nuevo la imagen de su mamá. Mañana sería su comunión y necesitaba recordar con claridad el rostro de Martina por si su hada-mamá particular decidiera acercarse a visitarla en un día tan importante para ella.

La familia charlaba en torno a la mesa de costura. Nieves se alejó y se dirigió hacia el desván.

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¡Felices labores!

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