Martina en el País de las Hadas, episodio número 29
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XXIX)

Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

Nieves unía por primera vez varios de los cuadros de la manta que tejía en honor a su difunta madre. En los siete años que llevaba acometiendo su proyecto no había tenido el valor de llevar a cabo una acción destinada a terminar con dicha faena.

La aplicada tejedora se estaba preparando ya para el magisterio. La maestra de Nieves la estaba ayudando fuera de su horario de trabajo a convertirse en su futura sustituta. La mentora de la muchacha pensaba permanecer en el puesto hasta que su alumna favorita estuviera lista para tomar las riendas de la escuela.

La perspectiva de convertirse en la futura maestra del pueblo llenaba de orgullo a Nieves. Era el modo ideal de llevar a cabo su deseo sin desatender por ello a sus seres queridos. La chica no entendía una cosa sin la otra, no quería progresar en su profesión si eso implicaba alejarse de los suyos.

Y de su pueblo. Nieves estaba muy unida a esa montaña que la había visto nacer. En ocasiones deseaba viajar y ver mundo, pero la mayoría del tiempo estaba satisfecha con lo que tenía. No necesitaba nada más de lo que esa aldea fría de montaña le podía ofrecer.

Nieves adoraba también su casa, un enorme caserón donde residían varias generaciones de la familia. Y donde aspiraba a vivir en el futuro. Ella era la mayor, así que le correspondía echar allí raíces. Aunque le encantaría que su hermano las echara allí también con la familia que formara, en un futuro, bajo ese mismo techo.

Mientras pensaba sobre su destino, la chica de montaña unía los cuadrados que conformarían la manta en honor a Martina, la madre que le arrebató la enfermedad años atrás. Y lo hacía porque entre puntada y puntada se daba cuenta de que su madre ya no volvería nunca más en forma de hada a darle un beso de buenas noches, justo en el instante previo al sueño profundo.

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¡Felices labores!

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