"Por favor que el Apocalipsis se espere que tengo una labor a medias", un artículo de Estíbaliz Gil - La Voz de las Costureras
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«Por favor que el Apocalipsis se espere que tengo una labor a medias», un artículo de Estíbaliz Gil

Santa Lucía

Por Estíbaliz Gil Álvarez

Una mañana abrí un armario y me di cuenta de que su interior se había convertido en un caos de cajas y bolsas cuyo contenido no recordaba. Así que, armada de valor y autoconfianza, me dispuse a ordenarlo y a descubrir qué demonios había guardado con tanto celo por un motivo desconocido. Así que comencé a abrir cajas cuyo contenido me hacía preguntarme en qué estaba pensando cuando guardé “eso” cuando encontré un tesoro olvidado. En una de las cajas estaban guardas un puñado de chaquetitas de bebé tejidas por mi madre hace más de 30 años.

En ese momento ordenar y limpiar el armario pasó a ser la menor de mis preocupaciones, esas pequeñas chaquetas tejidas con cariño y paciencia me hicieron recordar un tiempo pasado que tal vez no era mejor, pero sí que parecía más sencillo. Mi madre odiaba coser (se limitaba a coger los bajos de los pantalones) sin embargo, adoraba tejer esas delicadas prendas, así como bordar con la máquina de coser, si en mi casa escuchabas ese sonido tan característico lo más seguro es que estuviera bordando algún juego de sábanas. Porque para ella unas sábanas no eran unas sábanas si no estaban bordadas, al menos fue así hasta que tener que trabajar y llevar la casa la agotaban demasiado como para seguir haciéndolo.

Esos pensamientos, recuerdos y sentimientos pasaron por mi mente y me di cuenta de que hace mucho tiempo que no escucho ese traqueteo, ese soniquete con el que muchos hemos crecido y tenemos grabado en la memoria. Hace tanto tiempo que no lo escucho que no sé ni cómo suenan las máquinas de coser de hoy en día y tengo que confesar que lo hecho de menos …

Todo esto ha formado en mi mente la loca idea de que tal vez el actual interés por las antiguas “labores del hogar”, título de una de las revistas emblemáticas del sector durante décadas (al menos en mi casa no faltaba), es también un intento de volver a esos tiempos en los que en nuestras casas la estampa más normal era uno mismo haciendo los deberes y merendando y tu madre chocando las agujas de punto o cosiendo. Hoy en día el mundo parece un lugar demasiado conectado, demasiado público, demasiado procesado y en esos momentos crear algo con tus propias manos, en la intimidad de tu hogar, es casi mágico. Cuando observo algo que he creado desde cero con mi propio esfuerzo, siento una gran satisfacción porque sé el tiempo que he invertido buscando un patrón, buscando los materiales, el tiempo que he invertido en su elaboración y no puedo evitar pensar si mi madre sentía la misma satisfacción cuando nos veía a mi hermano y a mí vestidos con los jerséis que nos hacía ella misma. Aunque los hiciese por necesidad, supongo que así era.

Unas hemos pasado de huir de los intentos de nuestras madres por enseñarnos a hacer lo que ellas hacían y otras han recibido gustosas esas lecciones, pero todas coincidimos en algo, llevar algo fabricado y vendido industrialmente lo convierte solo en ropa, en una necesidad. Llevar algo creado solo para ti, sobre todo si es tuyo o de alguien a quien aprecias, es llevar algo especial porque ya tiene una historia. Una chaqueta puede ser solo una chaqueta que te queda bien o puede ser una chaqueta de la que conoces cada puntada. Llevarla es llevar puesto el esfuerzo, el cariño y también los malos ratos que te hizo pasar, el tener que deshacer para volver hacer y la frustración cuando no casa y no sabes bien por qué. Y la alegría cuando todo cuadró también.

Así que a todas esas “labores del hogar” al final nos están conectando con lo que fueron e hicieron nuestras madres y nos enseñan por qué lo hacían ellas también. Seamos sinceros, hay pocas cosas que relajen tanto y consigan que te olvides de tus problemas de forma tan efectiva como crear algo con tus manos. Ya sea costura, punto, bordado o encaje, el mundo puede ir de mal en peor, pero por favor que el Apocalipsis se espere que tengo una labor a medias.

 

*Desde La Voz de las Costureras agradecemos de todo corazón a Estibaliz Gil, «Esti», esa gran amiga que tanto extraño y a la que me gustaría poder ver mucho más a menudo, su generosidad al cedernos este bello artículo para su publicación. Como no puede ser de otra manera, la autora y amiga suscribe cada palabra*

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