La idea de ejer como terapia se extiende por el mundo
La voz del blog

Tejer mejora seriamente su salud

El trabajo manual proporciona bienestar al ser humano. Las personas aficionadas a las labores costureras lo han sabido siempre y últimamente diversos expertos también han descubierto que coser o tejer son beneficiosos para la salud. Socializa, entretiene y centra la atención de la persona en una tarea creativa cuya culminación es motivo de orgullo. Resulta evidente concluir que fabricar algo útil y bello con tus propias manos es enormemente satisfactorio.

Según afirma la socióloga Julieta Caride en el diario argentino www.perfil.com «las manualidades eran, hasta hace sesenta años, parte de la enseñanza obligatoria de la escuela primaria para las niñas como preparación para sus deberes de esposa. Con la lucha feminista, las mujeres se divorciaron de los oficios como una forma de protesta contra ese mandato cultural y, por estigma o falta de tiempo, se mantuvieron alejadas de ellos«.

Fuera por rebeldía femenina o por otros motivos, lo cierto es que los trabajos de la costura y el tejido perdieron fuerza a lo largo de unas décadas. Incluso resultaba vergonzante reconocer que se practicaban, un poco por temor a la mofa o a ser considerado pasado de moda. Esta tendencia se ha ido revertiendo con el tiempo, desde la vuelta al gusto por el DIY (do it yourself o házlo tu mismo). Incluso ha vuelto a salir de la oscuridad en la que se sumió durante un tiempo y ahora hay quien se une para practicar su afición en público. Tal es el caso de los asistentes a las Strikke og lytt (hacer punto y escuchar) que se desarrollan los primeros jueves de cada mes en la sede central de la biblioteca pública de Oslo. Así lo explica María Fluxá, periodista que elabora crónicas para el diario español El Mundo desde la capital noruega, en su artículo «Tricotar, un yoga punto a punto», publicado en la edición impresa del diario el pasado 3 de abril. En el citado texto explica que más de un centenar de personas se acercan una vez al mes a la mencionada biblioteca a tejer mientras escuchan relatos que allí se leen en voz alta para los asistentes.

«Arrinconado con la industrialización, el hacer punto se ha rescatado en nuestros días como una actividad reivindicada para practicarse socialmente, en público. Es un fenómeno global que se ha recuperado en las sociedades desarrolladas y cuenta con cada vez más adeptos. De hecho tiene hasta un día internacional, el Worldwide Knit in Public Day», asevera en su artículo María Fluxá, mientras recuerda que el mencionado (en inglés) Día Internacional de Tejer en Público se celebró en 2016 el pasado día 18 de junio.

Este movimiento traspasa fronteras y se nutre gracias a las facilidades que ofrece Internet y las redes sociales. Hoy en día personas de todas partes del mundo cuelgan tutoriales en plataformas como www.youtube.com en los que explican cómo tejer o coser determinadas prendas, muñecos, artículos para el hogar… La tradición oral en el entorno familiar, tan hermosa y agradable, ya no es imprescindible para aprender y dejarse llevar por el amor a los tejidos. Ahora una persona sin ninguna formación o tradición costurera en su entorno puede, por ejemplo, desde España, ver como otra persona desde, por ejemplo, Perú, le enseña paso a paso los fundamentos de lo que la primera llama ganchillo y la segunda crochet. Las reuniones costureras en torno a la mesa camilla se han transformado en agradecimientos en el facebook personal de una persona quien, desde kilómetros de distancia, generosamente transmite sus conocimientos.ç

Este abandono del trabajo manual nos desconecta un poco de nosotros mismos. Tal y como recuerdan en www.elinvernaderocreativo.com, pediatras, psicólogos, pedagogos, profesores y demás expertos en el mundo infantil aseguran que las manualidades son fundamentales para el desarrollo de los niños. «¿Y qué pasa con los adultos?», se preguntan en la mencionada web. Pues que también las necesitan. Según explican en la citada web, las manualidades combaten el estrés y la ansiedad, mejoran la coordinación y desarrollan la creatividad. «Las manualidades en adultos también se utilizan como terapia para combatir distintas enfermedades, como por ejemplo en casos de Alzheimer, para personas con algún tipo de deficiencia… o en proyectos de socialización e integración», argumentan.

La difusión de la afición a coser y tejer tiene múltiples manifestaciones. Según recuerda María Fluxá en su artículo publicado en el diario El Mundo, existen múltiples puntos de encuentro costurero y tejedor repartidos por el planeta. «Desde hace años, en Madrid abundan lugares como El Punto (www.elpuntomadrid.com) tienda-café que ofrece talleres monográficos; Mamá Madejas (http://mamamadejas.com), en Montecarmelo, enfocada al universo infantil, con clases de punto y costura; o Blackoveja (www.blackoveja.com), que se autodefine como un garito-textil destinado a tejedores zurdos y diestros, costureras disléxicas, zurcidores primorosos, bordadores impenitentes, adictas al Pinterest, ganchilllistas de la pista, en la calle Sagasta», relata en su artículo.

«En Londres, en ese barrio revolucionario con alma de pueblo que es Stokke Newington, tienen Knit with Attitude (knitwithattitude.com/shop), con un claro enfoque sostenible; mientras que en Nueva York, en el Upper East Side, encontramos Knitty City (www.knittycity.com). En París no faltan los tricot-thé, donde acompañar el punto con un dulce y una infusión, como en Filoute o L`Oisive. Para viajeros, nada como los knitting tours en Islandia que organiza Helene Magnusson a través de su web The Icelander Knitter (http://icelanderknitter.com, completa María Fluxá en su viaje costurero a través del mundo.

Y si recorremos el planeta en busca de manifestaciones de este tipo, el paseo nos llevará sin duda hasta Chile, país que vio nacer a Hombres Tejedores (@hombrestejedores en facebook), un grupo que desde Santiago de Chile reúne a varones interesados en el universo del ovillo y las agujas. «Es un punto de convergencia de varones que tejen o que quieren aprender a tejer, propiciando un espacio de encuentro e intercambio de saberes y experiencias, desde nuestras vivencias como seres humanos de género masculino, a través de una actividad socialmente asociada a lo femenino», reivindica Claudio Castillo Malebrán, docente de 27 años y coordinador del grupo en una entrevista publicada en el diario argentino La Nación el pasado día 21 de julio. «Mi formación en el arte textil ha sido principalmente autodidacta, a través de tutoriales, revistas, libros y experimentación. Hoy en día manejo técnicas como palillos, crochet, telar decorativo, telar maya, telar cuadrado y fieltro. Lo último que estoy aprendiendo es telar mapuche, una de las técnicas que más me ha gustado hasta el momento, por su dificultad técnica y su profundidad simbólica», explica en el citado artículo.

Por lo visto, el DIY en su versión costurera es un fenómeno que recorre el planeta, en una moda que no se sabe si llega para quedarse o caerá en el olvido. Por el momento son muchos los expertos que recomiendan estas disciplinas para superar los baches de la vida, hasta el punto de popularizarse en Nueva York la expresión «Knitting is the new yoga». Tal y como explica María Fluxá en su artículo, en Gran Bretaña programas «como el británico Knit to Quit (tejer para dejar) se han centrado en ayudar a fumadores a abandonar el hábito con dos agujas. Y es que tricotar puede ayudar a sobrellevar una depresión, ansiedad y el dolor, pues reduce el estrés, aumenta la felicidad y previene el deterioro cognitivo leve. Millones de abuelas no podían estar equivocadas».

Efectivamente, las tejedoras lo han sabido siempre. Bienvenidos sean los académicos a este universo de belleza y tranquilidad.

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