Martina en el País de las Hadas, episodio número 34
Martina en el País de las Hadas

Martina en el País de las Hadas (XXXIV)

Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/

Nieves no podía creer lo que había acontecido la noche anterior. Aunque no podía estar segura al cien por cien de que hubiera pasado, puesto que cayó profundamente dormida tras la aparición de su madre como hada.

La chica se sentía tan ilusionada y confusa que no sabía qué creer. La mente adulta que se forjaba en su cabeza la impulsaba a negar lo que había visto y oído. La madre fallecida la había vuelto a visitar por primera vez desde que hiciera su primera comunión para avisarle de que algo malo iba a pasar.

Lo cierto es que fuera o no verdad que existieran las hadas-mamá, algo terrible sucedió. Purificación enfermó a una edad en la que los males son preludio de muerte. Y así trató de hacérselo entender a toda su apenada familia, que veía cómo la vida se escapaba del cuerpo de la abuela en cada suspiro.

—No estéis tristes, ya tengo edad—, comentaba cada vez que veía las miradas tristes de sus personas más amadas.

Nieves no quería creer que estaba perdiendo a su amada abuela. Subía a la habitación de Purificación todos los días para animarla con relatos sobre las cuestiones mundanas del día a día. Y cada noche se arrodillaba para rezar porque la de su abuela fuera una enfermedad que la anciana pudiera afrontar con facilidad, porque no se sentía con fuerzas para soportar la idea de su desaparición.

Cada noche hincaba las rodillas en el suelo frente a su cama e imploraba, a quien quisiera oírla, una recuperación.

—Señor, salva a mi abuela. Es la persona que más he querido y respetado en toda mi vida.

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¡Felices labores!

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