Vanessa, segunda expulsada de Maestros de la Costura
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Vanessa, aprendiz de Maestros de la Costura

«Coser, puede coser cualquiera, coser bien, sólo lo pueden hacer las «modistillas»»

Fotos: Shine Iberia, productora de Maestros de la Costura.

Dulce, realista y luchadora, Vanessa ha sido la segunda persona en abandonar Maestros de la Costura, concurso de talentos de RTVE que busca a la mejor modista de España. Donostiarra residente en Madrid, esta concursante es madre de Nicolás, Sofía, Ane e Isabel, y es profesora de Religión formada en Ciencias Religiosas. Una mujer de eterna sonrisa que conoció a su concursante favorito, Antonio y a la aprendiz Alicia de camino al casting madrileño. Vanessa es costurera autodidacta y valora positivamente el aprendizaje global que le ha reportado su experiencia televisiva, desde las enseñanzas obtenidas de los diseñadores que componen el jurado del concurso, Lorenzo Caprile, María Escoté y Alejandro Gómez Palomo, como del resto del equipo. «Me quedo con cada una de las conversaciones que tuve con cada uno de los profesionales que había detrás de las cámaras. Me propuse aprenderme sus nombres, saber de sus vidas, más allá de que sea el que microfona o el que me mira el estilismo… Aprendí un montón de Ana Ortiz, la costurera del programa. Pero no solo de su habilidad con la aguja o máquina, sino de saber hacer, saber estar, saber transmitir, saber enseñar, saber callar, saber ser discreta, saber ayudar… y un sin fin de saberes que tiene esta gran mujer», sostiene.

 

LA VOZ DE LAS COSTURERAS.: Muchas personas que cosen lo hacen motivadas por una historia familiar bonita: el recuerdo de una abuela que pasaba horas con el traqueteo de la máquina de coser, una madre que esperaba a la noche, cuando los niños dormían, para hacer los arreglos de la ropa de la familia… ¿qué recuerdo te llevó a empezar a coser?
V.: Querer hacer la ropa de la canastilla para mis hijos. Cuando nace un bebé en una familia, es precioso ver cómo una madre prepara todo con sumo mimo. Si a eso le añades poderlo coser tu misma, la preparación de su llegada se hace más especial. Ir a las tiendas de tela, seleccionar la tela para casa cosita, coserlo, probárselo una vez que ha nacido, presumir de ello… es algo maravilloso y que, por suerte, he tenido la oportunidad de hacer con mis retoños.
LVC.: ¿Quién te enseñó a coser?
V.: Yo sola con internet. Pertenecemos a la época de los youtubers y tutoriales, es fácil iniciarse en este mundillo viendo unos cuantos videos. Ahora bien, después de mi paso por el programa, reconozco que no hay nada como la presencia de otra persona cercana que te enseñe. Las clases que en la casa me dieron mis compañeros Antonio, Luisa, Alicia, Pa, Jaime o Shaoran, han dejado en mí un poso muy espeso. De ahí que nada más salir he seguido con mi formación.
LVC.: ¿Recuerdas alguna anécdota infantil bonita que tenga que ver con tu aprendizaje?
V.: Cuando estaba en Liendo (Cantabria), en un campamento de verano, una noche nos pillaron despiertos y con ganas de fiesta. Los monitores pensaron que sería una buena lección ponernos a dar vueltas al campo de fútbol. Claro que no contaban con que eso nos supuso seguir con nuestra fiesta, pues nos animamos a cantar, bailar… Así que, para cansarnos y aburrirnos, nos pusieron a coser botones. Estamos hablando de que sería como las dos de la madrugada, imagínate a doce chiquillos cosiendo botones a esas horas. El caso es que, lejos de que se nos terminase la fiesta que llevábamos encima, decidimos hacer nuestra bandera del grupo. La diseñamos con los botones que nos dieron y fue nuestro símbolo durante todo el campamento. Recuerdo que nos fuimos a la cama sobre las cinco de la madrugada, y que el castigo real llegó al día siguiente. Pero no para nosotros, que estábamos orgullosos portado nuestra bandera de botones, sino para los monitores que tenía que aguantar todo el día lleno de actividades, habiendo tenido una noche «toledana».
LVC.: ¿Qué significan para ti tener la capacidad de elaborar prendas para tus seres queridos?
V.: Es una forma expresar el amor que les tengo. Cuido cada detalle dependiendo para quién coso. Si se trata de Nicolás (mi hijo mayor), puedo coserle un abrigo sin problemas, pero debo coserle algo como un parche a juego para jugar a los piratas. A Sofía le encanta el rosa y todo lo relacionado con lacitos, por lo que es fácil hacerle feliz. Ane es muy pequeña, pero perfecta imitadora de su hermana mayor. Isabel, es mi bebé, a la que aún puedo coserle todo lo que quiero sin problemas.
LVC.: ¿Cómo te animaste a participar en Maestros de la Costura y qué recuerdas del proceso de selección?
V.: Me enteré por Gema Cabanillas de «Patrones de mujer». Es la mujer a la que copio todos los diseños que hago a los niños, hace unos tutoriales que son fabulosos. Ella lo posteó en facebook y comentó que era para gente no profesional. En los comentarios alguien puso que el premio era una máquina de coser, y yo dije, ésta es la mía. Una anécdota: fui en metro al casting. Al salir de la estación y dirigirme al hotel, iba muy perdida. Pregunté, como unas tres veces, cómo ir a gente que pasaba por la calle. En un semáforo, una chica rubia me dijo: «Creo que vamos al mismo lugar». Así que la seguí. No me tocó en la misma mesa, pero la tenía localizada dentro del gran salón en el que estábamos. Fui pasando las pruebas y conmigo la chica rubia, a la que se le unió un chico moreno andaluz. Y así fuimos cuajando una amistad muy bonita, hasta el momento en el que nos dicen que los tres somos seleccionados para ser aprendices de Maestros de la Costura. Esta chica rubia no podía ser otra que la gran Alicia, y el andaluz Antonio. Empecé con los mejores.
LVC.:  ¿Con qué te quedas de tu paso por el programa? ¿Qué aprendizajes técnicos y personales te llevas?
V.: Algunas de las frases o palabras que resuenan en mi cabeza: «Medir mil veces, cortar una», «plantear bien el patrón», «no atajar»… Me quedo con cada una de las conversaciones que tuve con cada uno de los profesionales que había detrás de las cámaras. Me propuse aprenderme sus nombres, saber de sus vidas, más allá de que sea el que microfona o el que me mira el estilismo… Aprendí un montón de Ana Ortiz, la costurera del programa. Pero no solo de su habilidad con la aguja o máquina, sino de saber hacer, saber estar, saber transmitir, saber enseñar, saber callar, saber ser discreta, saber ayudar… y un sin fin de saberes que tiene esta gran mujer.
LVC.: El jurado de Maestros de la Costura se muestra en ocasiones comprensivo y en otros momentos implacable. En particular Lorenzo Caprile, que se definió a sí mismo durante el programa como el «abuelito cascarrabias». Sin embargo, lo cierto es que de los tres, Caprile es el que parece más dispuesto a enseñar a los aprendices. ¿Qué es lo que destacarías de tu relación con el jurado, en particular con Caprile?
V.: Lorenzo es un hombre con una trayectoria envidiable. Verle en acción, escucharle y sacar provecho de cada minuto con él fue mi propósito durante el programa. Fuera de cámaras, era un hombre cercano. Cuando teníamos que coser la falda de tablas, le pregunté si se había visto en alguna parecida (siendo mi primera vez en coserla, con solo el patrón base de falda, sin saber qué tela escoger…) y me dijo que confiara en mí, que a él le daba que sabía más de lo que yo misma me creo. Así que me quedo con eso. A partir de ahora no hay reto que se me resista. Me lanzaré sin miedo, ¡pero siendo precavida claro!
LVC.: En el programa hay una gran variedad de personas que se aproximan a la costura por diferentes razones, y eso crea esos divertidos conflictos entre concursantes. Como el contraste que había con Eduardo, que solía llamarte «modistilla», a pesar de que, desde fuera, parecía que la relación entre vosotros era cordial. ¿Cómo vivías ese apelativo? ¿Qué le dirías a todas esas personas que, en algún momento de sus vidas, alguien se ha referido en tono despectivo a ellas mediante expresiones como esas?
V.: Para mi «modistilla» supone un halago. Coser, puede coser cualquiera. Coser bien, sólo lo pueden hacer las modistillas. Esas personas maravillosas que, tras hacer y hacer, tienen la pericia y sabiduría necesaria para sacar adelante cualquier reto. ¡¡¡¡Ay qué sería de los diseñadores sin buenas modistillas que cosen para ellos!!!! Yo no me sentí ofendida por Eduardo. Y creo que las cosas solo te ofenden si les dejas que te ofendan. Si en alguna ocasión os han ofendido, pensar en vuestro trabajo. Ese trabajo habla por sí solo. ¿Realmente te vas a dejar ofender? Vales mucho más que todas esas expresiones.
LVC.: En mi página busco dar a conocer el valor el trabajo de costureras, modistas, tejedoras… al escribir un periódico digital especializado en su trabajo, sus vivencias y sus recuerdos. ¿Crees que Maestros de la Costura servirá para poner en valor definitivamente un trabajo que mayoritariamente han desarrollado mujeres de «puertas para dentro», sin obtención de reconocimiento público por ello?
 V.: A mí me gustaría pensar que sí. Es un trabajo maravilloso, que por fin ve el mundo de la tele.
LVC.: Una vez fuera del concurso, y después de haber probado la televisión y la costura a otro nivel, ¿te gustaría desarrollar una carrera profesional en el ámbito de la costura como diseñadora, maestra de costura, blogger…?
LVC.:Llevo semanas dando vuelta a una idea, que aún no sé cómo fraguar. No quiero dejar la educación, pero tampoco quiero dejar la costura ahora que estoy dentro. Me encantaría hacer compatible ambas cosas. ya veremos qué me depara el futuro.
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