Las manoplas que sacaron de la pobreza a la familia de Erika
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Las manoplas que sacaron de la pobreza a la familia de Erika

El deseo de sacar adelante a sus ocho hijos llevó a la tejedora sueca Erika Aittamaa a crear unas de las manoplas más icónicas de su país natal, las Lovikka. Conocidas en todo el mundo, estos guantes nacieron por casualidad fruto del encargo de un leñador vecino de su creadora, quien tras quedar satisfecho con el resultado, ayudó a Erika a extender su idea por todo Suecia con sus buenas referencias.

Erika María Olosdotter Kruukka nació en 1866 en la localidad sueca de Lovikka, y tomó el apellido con el que se hizo conocida tras casar con Augusto, el que sería padre de sus ocho hijos, explican en Wikipedia. La dureza de la vida de esta mujer se palió cuando un vecino le encargó en 1892 un par de gruesos y duraderos guantes. «El cliente no quedó satisfecho con los guantes, e incluso le dijo que había echado a perder la buena lana de la que estaban hechos. Por lo tanto, Erika los llevó de vuelta, los lavó y los sacudió», explica Sofía Hagelin en su web www.heartoflovikka.se, dedicada al mantenimiento de esta tradición. «Estos mitones se hicieron muy populares y más tarde Erika añadió la vuelta hacia atrás y los puños bordados. Las manoplas Lovikka se tejen en dos hebras de hilo y luego se lavan. La manopla es cepillada por dentro y por fuera para ablandarla y llevan un bordado y una trenza que le añaden el toque tradicional», concluye la creadora de la web, en la cual Hagelin pretende mezclar esta tradición con la moda contemporánea «para crear prendas hermosas con una fuerte herencia», explica.

«Todas las piezas de la colección llevan el nombre de las mujeres que hacen punto en el pueblo de Lovikka. Tratamos de mantener la producción europea en la medida de lo posible. La ropa se diseña en Suecia, el tejido en Lituania con hilo de Italia y Suecia. La lana merina viene de las ovejas wellkept de Nueva Zelanda. En el futuro, nuestro objetivo es trabajar exclusivamente con hilos ecológicos y procesos industriales respetuosos con el medio ambiente», concluye Sofia Hagelin.

Las manoplas que dan nombre a la iniciativa de Hagelin fueron un éxito inmediato. Según narran en la web es.newsner.com, «la demanda aumentó tanto en la zona donde vivía Erika que tuvo que enseñarles a varias mujeres cómo fabricar los guantes Lovikka y todo el mundo comenzó a usar sus guantes. Con el invento hicieron una pequeña fábrica, pero fue primero en 1961 que Erika obtuvo una patente por su producto. Pero por lo menos ya la habían salvado económicamente y los guantes se volvieron un éxito internacionalmente que Erika jamás hubiera esperado. Según Minnenas Journal entrevistaron a Erika en el periódico local en 1936, le preguntaron cómo inventó los guantes Lovikka, sólo contestó: ‘Fue dios quien me dio la idea y que me ayudó, gracias a ello hemos podido criar a nuestros hijos sin pedir ayuda ajena».

La tradición creada por la tejedora sueca, fallecida a los 86 años, contó a principios de este año con el homenaje del buscador google, que conmemoró el 150 aniversario de su nacimiento, según explican en el blog http://doodleando.blogspot.com.es/. «Hoy en día hay una manopla gigante en Lovikka de 3,5 metros de altura (que se registró en el libro Guinnes de los Récords en 2002) en memoria de su invención, hasta incluso en 1998 se le dedico un sello de correos», apuntan desde el blog.

 

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