Autor de la fotografía: http://www.viktorhanacek.com/
La manta de Nieves comenzó siendo un proyecto de dos y terminó como terapia familiar. La abuela Purificación volvió a usar su rueca, con la ilusión de saber que de esa manera ayudaba a su nietita a sentirse mejor.
Ricardo, el padre de Nieves, colaboraba trayendo a casa materiales que la niña necesitaba para completar su manta. El bebé José Luis gateaba entre los ovillos de su hermana, como un gatito curioso. Las tías de Nieves y las amigas de su fallecida madre le enseñaban nuevos puntos de ganchillo.
La manta para el hada de Nieves se convirtió en un proyecto en el que participó todo el pueblo. Las mujeres mayores, grandes expertas en la vida y las labores, le daban ideas a la pequeña. Y esta hacía y deshacía cada día. Cuanto más aprendía, menos le gustaba cómo había hecho la labor del día anterior. Así que la desarmaba y la volvía a tejer.
La noticia de la manta de la niña comenzó a extenderse por toda la región. Los panaderos, que repartían su género de pueblo en pueblo, extendían las curiosidades sobre el proyecto de la niña.
Las historias que se contaban sobre la niña emocionaban a propios y extraños. ¿Cómo una pequeña de cinco años se había lanzado a un proyecto tan grande para ella? La voluntad de Nieves por honrar a su mamá era de hierro. Quería tejer la manta más bonita del mundo para ella, para que desde el País de las Hadas su madre se sintiera orgullosa de su hija.
Si te ha gustado esta entrada, puedes suscribirte aquí para no perderte ninguna de mis actualizaciones.
Si quieres conocer ya el final, puedes adquirir en AMAZON el ebook con la serie completa en este enlace http://amzn.to/2o4fhD5
¡Felices labores!
