Más de 1.400 aficionados al encaje se reúnen en Zaragoza con motivo de las Fiestas del Pilar
Fotos de la galería e interiores: Noemí Martínez Pérez. VIDEO AL FINAL DE LA ENTRADA.
Alrededor de 1.400 aficionados al encaje se congregaron el pasado día 8 de octubre de 2017 en el XXIV Encuentro de Encaje de Bolillos de Zaragoza. La cita, que atrajo a numerosos comerciantes especialistas en el sector del encaje, está organizada por Arteboar, Asociación de Bolillos de Aragón, en colaboración con el Ayuntamiento de Zaragoza.
La edición número 24 del Encuentro de Bolillos de Zaragoza, celebrado con motivo de las fiestas del Pilar de la localidad reunió a un total de 700 encajeras. Una cifra que se multiplicó por dos debido a que «también vienen muchas encajeras a comprar material y a ver las distintas labores de encaje que se hacen aquí», explica Guillermina Giménez, presidenta de Arteboar.
La jornada se prolongó desde las 10.00 hasta las 14.00 horas en el Frente Fluvial Río Ebro, ubicado frente al Acuario de Zaragoza, en el antiguo recinto de la Expo Zaragoza 2008. Una iniciativa dirigida al mantenimiento de una tradición extendida por toda Europa. «Se trata de que no se pierda, eso es lo esencial, y de que la gente disfrute con los bolillos, porque son muy relajantes», comenta Giménez.
Guillermina Giménez, presidenta de Arteboar. Foto: Noemí Martínez.
«El bolillo relaja totalmente, al cabo de 10 minutos tienes la mente en blanco. Por ejemplo, es muy bueno para concentrarse en los estudios», asegura la presidenta de Arteboar, asociación que se encuentra en proceso de ampliación del espectro de labores incluidas en sus cursos de formación. «En la asociación están entrando profesoras de lencería, de cosas de niños, están las vainicas… de modo que la gente pueda tener esas piezas de nuestras abuelas, que se puedan recuperar. Tener la satisfacción de decir “estoy me lo he hecho en casa”», afirma.
Una tradición muy popular con una repercusión que da cuenta de su valor económico y artístico. «Yo tengo dos ajuares de chantilly del siglo XIX que he tenido expuestos en El Patio de la Infanta y en La Lonja», recuerda.
El encuentro atrajo a varias niñas que palillearon con sus abuelas. Foto: Noemí Martínez.
Al encuentro de bolillos del Pilar acudieron encajeras de diversas localidades españolas como Granollers, Reus, Ariza, Alhama de Aragón, Alacellas, Calahorra, Tafalla, Monzón, Juslibol, Pamplona, Andosilla, Tarazona, Albalate del Arzobispo, Farlete, El Burgo de Osma, Alcañiz, Tarragona, Alcorisa, Calatayud, Logroño, Huesca y Pastriz, entre otros.
También acudieron escuelas de encaje como El Hilo Armónico, de María Jesús Ruiz, y Artesviro, escuela de encaje y tocados.
TMC Bolillos es un habitual en el encuentro aragonés. Foto: Noemí Martínez.
El encuentro, que llegó a atraer «hasta 1.400 encajeras en el Paseo Independencia de Zaragoza», explica Giménez, resulta especialmente atractivo para el sector comercial del bolillo, puesto que el de Zaragoza es una de los últimos encuentros del año.
Una de las bellas labores realizadas en el encuentro. Foto: Noemí Martínez.
De esta manera, en el Frente Fluvial Río Ebro pudieron adquirirse materiales de empresas y comercios procedentes de todos los rincones de España como TMC bolillos, Moaré, Bolillos Aranjuez, Manualidades Damacris, Mercería Yasmir, Mercería Loly o Nati Dorado, estos últimos artesanos del bolillo de Tarragona.
La mercería Yasmir, de Burlada (Pamplona). Foto: Noemí Martínez.
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